La conciencia de Zeno (1923; 2008), de
Italo Svevo.
Italo Svevo es un escritor genial, en todos los sentidos. Un escritor canónico, en los términos que lo propone el crítico Harold Bloom: o sea, capaz de angustiar a quien se arroje al ruedo de la interioridad y atrape lo que se cuece en tales profundidades. Baste pensar, en esa dirección, en la imagen que nos brinda del
antihéroe Zeno Cosini, para entender que la estampa literaria del yo siempre, o casi siempre, es un galimatías. Igualmente para entender que el pulso vital del(os) espacio(s) sólo se capta cuando el escritor apuesta por la
recuperación cabal de los detalles. De ahí que insista en subrayar la idea de que la genialidad de
Svevo se evidencia, particularmente, cuando nos
propone una tragedia magnífica pero en tono menor: una "comedia metafísica" (Eugenio
Montale) que refiere los tormentos del desarrollo individual, cuando estos, al parecer, pasan de largo.
La gran empresa de
Svevo, por lo tanto, que se expresa en el presente tratado de la
normalidad, consiste en legar una imagen profusa del yo, una imagen cabal, que deniega los efectismos, los sobresaltos y los
arranques.
No hay, para
Svevo, grandes o pequeñas
historias; trascendentales o básicas: el éxito de las mismas —sugiere— depende de la sinceridad con que se narren; de los aspectos que evidencien, al dar fe de
la humanidad.
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