Gumaro de Dios, el canibal (2007), de Alejandro Almazán. El estilo mexicano impera, si no, pregúntenselo a Alejandro Almazán, quien no sólo comparte en este macabro texto el retrato hablado de un monstruo, sino también el de un país "frustrado en lo esencial" (José Lezama Lima). Mucha ruindad, mucha violencia, mucha degeneración...: de verdad que el entorno sí influye, al grado de
golpear lo literario y hacer del arte
el reflejo sórdido de la realidad.
Libro
horrible, si es que esto significa algo:
Gumaro de Dios, el canibal es un laberinto alucinante, el eco de una nación donde las sirenas jamás dejan de sonar.
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