viernes, 20 de marzo de 2009

Autógrafos 1

Lugar: Salamanca, España.
Comentario: Mi mujer, ese día, se encargó de hacer la faena, pues yo estaba ocupado, sirviendo de guía del poeta José Caballero Bonald y su esposa. Con todo, recuerdo la escena: rodeado por una turba de estudiantes universitarios, que se le echaban encima, José Saramago repartía autógrafos al por mayor, sin inmutarse. Tranquilo, controlando la situación, el gran escritor extendía un brazo con serenidad, después el otro, como si fuera lo más normal. Cierto, pensé, estaba acostumbrado, quizá harto, pero lo hacía muy bien, consciente del papel que tenía que jugar, precisamente en ese momento, en el que la fanaticada le hacía preguntas, confesiones, declaraciones de amor... Saramago, entonces, ni tardo ni perezoso, agarraba los libros, los abría, los palpaba, y era cuando estampaba el autógrafo, ni muy rápido ni muy despacio, tomándose su tiempo, viendo de repente al interlocutor.

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