Hable usted, señor, y no calle. Diga lo que quiera, despotrique, miente madres, pues de eso se trata: de acusar, de poner el dedo, de sacudir al interlocutor. Y es que usted, señor, como lo hizo saber hace algunos días, usted es de otra ralea, de otra clase: nada que ver, en fin, con sus paisanos, que nunca conocerán las calles de Londres, de París, de Barcelona..., ni mucho menos las mieles del éxito, sea éste de cualquier tipo: deportivo, comercial, amoroso... Por eso le pido, señor, que no se detenga ni tampoco se intimide, ya que en México lo que necesitamos es que nos golpeen, nos griten, nos escupan a la cara. Le repito, usted puede hacer eso y más, todo lo que se le ocurra: vociferar, maldecir, ridiculizar..., y si no le basta: subirse a la mesa, bajarse los pantalones, enseñar el culo... en suma, hacer lo que se le venga en gana. Vaya, pues, con Dios, señor, y no se olvide de los que nunca van a salir de este país, o de esta suerte de enredo al que llaman país.
http://www.youtube.com/watch?v=llgNuBfWG7E
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