El desencuentro se le pasó.
Y ya, al rato, cuando la oscuridad se le metía, las piernas le temblaron; la última señal, se dijo, la última señal.
Lo primero que vio fue un perro, o algo que se le parecía. (Un perro extraño, a punto de atacar.) Lo segundo, una especie de mono gigante que lo retó.
A dónde dirigirme, se preguntó, a dónde ir.
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