Corro, despacio, y lento, y luego lento. Y me detengo, de súbito. Vienen por mí, aunque no se den cuenta. Y sus movimientos se detienen, por un momento. La gente que me mira, que nos mira, también. Todo se detiene, en un instante; sólo mi cuerpo avanza, o me parece que avanza. Y si no, entonces lo que se mueve es algo más; tal vez mi mente, o la del que me observa. O tal vez, la propia calle, como si se tratara de un tela asfáltica.
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