Ayer participé en una mesa sobre el futuro de un artefacto antediluviano: el libro.
La charla fue corta, y diría que hasta amena; pero como siempre en estos casos lo que falta es tiempo, y sobre todo mayor claridad en las ideas. (Por lo menos en las mías.)
Ejercicio de especulación, metamorfoseado en praxis de futurología: hablar sobre lo que se avecina es un llamado al apocalipsis.
Me dio gusto saludar a viejos amigos. Lo digo en los dos sentidos.
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