Poco que decir sobre este libro: se trata, tal vez, de uno de los retratos literarios más violentos que se hayan concebido sobre el DF en los últimos veinticinco años. Sangre, drogas, mentadas de madre... Definitivamente, Servín no busca complacer a nadie. Su propuesta narrativa es visceral, y, según percibo, raya en la locura.
Un libro no apto para turistas (ni tampoco para exquisitos).
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