1. Ángel de fuego (1978), de Juan Martínez. El origen del surrealismo bajacaliforniano. Poesía excéntrica, donde la halla, escrita por un magister que gustaba de saltar los parquímetros de la Revu, y de enamorar a las novias guapas de los “compitas”. Transcribo lo primero que leo de esta rara avis: “En la preeminencia de mi conextensión prenatal, formado mi mundo desde los interiores espacios siderales, analizando la consecuencia de todos mis esfuerzos, dada la posición, no obstante la tenacidad del color, la objetiva aunque abstracta manifestación de las formas, eran, sin menoscabar su sortilegio, docta inclinación a mis actuales consideraciones”. (El libro es una reliquia: fue editado en 1978, por El albatros, en la ciudad de México. En su manufactura estuvieron involucrados los poetas Luis Cortés Bargallo, Alberto Blanco y Alfonso René Gutiérrez.)
2. Cuatrero Amor (1999), de Jorge Ochoa. Poemas norteños, o mejor dicho, sonorenses, que versan sobre el tema más antiguo del mundo. Ejemplo: “Sea quien sea el que ahora te toque / que se le llenen de lenta música los huesos / y que le broten de los dedos flores.” (Recomendación del Tícher Castillo, luego de una charla sobre los poetas “independientes”.)
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