Hay poemas que se tienen que vociferar a los cuatro vientos. Este es uno de ellos:
2
Sé por qué me sepultan,
pero han crecido mis uñas y este lápiz
para garabatear o rasguñar
en las cultas peinetas de ti, de todos,
penúltimas memorias,
seguiré siendo el primo hermano
que no dejaron llegar a su manada,
el dejado de la mano de promotor,
el que ya sé ni Dios quisiera;
ese Dios que si tocara por la puerta de criados
de sus casitas okey,
lo dejaban afuera;
sigo siendo el hazme reír,
quienes dictaminan y tasan,
zurcen, tijeretean y opinan divinidades de sí mismos,
saben que desciendo de otra clase de bestias,
de gruñido distinto;
pero se siente gacho;
como que nadie sabe nadie supo
dónde vino pero muy a menos
el tigre en su perrera.
(Abigael Bohórquez: Poesía en Limpio. 1979-1989, Departamento de Humanidades, Universidad de Sonora, 1990, p. 18)
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Sé por qué me sepultan,
pero han crecido mis uñas y este lápiz
para garabatear o rasguñar
en las cultas peinetas de ti, de todos,
penúltimas memorias,
seguiré siendo el primo hermano
que no dejaron llegar a su manada,
el dejado de la mano de promotor,
el que ya sé ni Dios quisiera;
ese Dios que si tocara por la puerta de criados
de sus casitas okey,
lo dejaban afuera;
sigo siendo el hazme reír,
quienes dictaminan y tasan,
zurcen, tijeretean y opinan divinidades de sí mismos,
saben que desciendo de otra clase de bestias,
de gruñido distinto;
pero se siente gacho;
como que nadie sabe nadie supo
dónde vino pero muy a menos
el tigre en su perrera.
(Abigael Bohórquez: Poesía en Limpio. 1979-1989, Departamento de Humanidades, Universidad de Sonora, 1990, p. 18)
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