Ver todo el día; y también hablar.
O deshablar, en un lenguaje-miseria, en un lenguaje-caos, que lo mismo se dirige al vacío que a los gatos deshauciados, y que, supongo, ha de querer puntualizar algo: un mensaje cifrado, propio, irreductible, que sólo los dioses y los elegidos pueden comprender.
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