sábado, 5 de septiembre de 2009

Deber ser

Me siguió, y no le dije nada. Me parecía que era lo correcto. Venía desde tres cuadras atrás sin llamar la atención, pero por la manera en que caminaba intuí, al voltear, que me había elegido y que nada podía hacer. Era el destino, pensé, un destino que se me había revelado con anticipación, desde hacía muchos años; incluso, desde antes de tener conciencia de las cosas y saber cómo nos elegían.
Caminé, recuerdo, un poco más, sólo para sentir la emoción; una emoción que me recorría todo el cuerpo y me hacía pensar en que participaba en una suerte de película de "autor", donde yo era el personaje protagónico y los demás, actores secundarios que circulaban a mi alrededor. Decidí detenerme, con todo, o más bien por eso, a la altura de lo que quedaba de Dorians: una tienda en ruinas, en la que la gente compraba, de forma misteriosa, baratijas de saldo.
Al acercarse luego adonde estaba, opté por lo básico: mirarlo a la cara, a los ojos; esa sería la forma en que lo recibiría, me dije: mirándole de frente, sin saber los motivos de la elección, y sin saber, también, qué pasaría conmigo, si me mataría en el acto, a la luz pública, o si me pediría que lo acompañara a algún callejón solitario, para que mi asesinato no llamara la atención. O si, como sabía que había ocurrido, en otros casos, me diría que la elección era parcial, no concluyente, y que por eso me convertiría en su esclavo; un esclavo singular, pues tendría libertad de movimiento y podría hacer de mi vida lo que se me viniera en gana.
Decía, pues, que lo esperé con determinación, listo para ser elegido; no obstante, por una sensación que tuve, y que asimismo me reveló que nada, al final de cuentas, era perenne, supe que mi elección sería distinta a todas las demás; una elección novedosa, si lo planteo así, cuyas posibilidades resultaban infinitas.
—Ya lo sabes, ¿no?... —me dijo, en tono serio—. Esto siempre es así... Uno elige, de modo intuitivo, y lo demás queda en manos de Dios... Pero bueno, te tengo una noticia, que tal vez te pueda interesar... Mira, la verdad es que estoy muy cansado y no tengo ganas de hacer nada, ni siquiera de rezar, o de darte la bendición, como dicta el protocolo...; lo cierto es que debo realizar mi trabajo de forma profesional, y por lo tanto el asunto de la elección se debe resolver ya... Digamos que no tienes salida, que debes ser elegido y se acabó... Mas te comentaba, este día, en particular, estoy muy cansado, y enfadado, por lo que todo va a ser distinto... Resumiendo, no te voy a matar ni aquí ni en ningún lugar secreto; tampoco te voy a convertir en mi esclavo, o en algo que se le parezca... Lo único que tendrás que hacer, pues no puedes escapar de la elección, es comprarme una cajetilla de cigarros de la marca que quieras, y traérmela aquí, en cinco minutos... Eso será todo.
Cuando terminó de hablar, no le dije nada; o más bien, no le quise decir nada. Simplemente hice lo que me pidió, y pensé que, a diferencia de otros, que también habían sido elegidos, mi elección había resultado ridícula y hasta tragicómica. No tuve, entonces, más opción, sino la de ir a comprar la cajetilla a una tienda que estaba en la esquina, y regresar convertido en lo que jamás quise ser: un mediocre.

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