Culpable de nada (2008), de Julio Pesina. Yo no sé que diablos ha pasado con los escritores norteños, o con aquellos que se han arrimado a esta humilde "casa de orates", al dar fe de su vocación; no lo sé ni me interesa, la verdad; pero lo que sí me consta, siendo realista, es que algo ha cambiado de un tiempo para acá, en lo que toca a sus intereses, y que, lo reconozco, evidencia nuevos enfoques, tratamientos y abordajes. En fin, lo que quiero decir es que escritores como Julio Pesina, me parece, tienen una premisa muy clara: romper con las ataduras espaciales o geográficas que se han establecido con el entorno, en virtud de compartir un tipo de literatura más cercana e intensa que revele lo fundamental: o sea, la experiencia del sujeto, la experiencia crítica, que no está determinada por el contexto en el que se desarrolla y se desenvuelve todos los días. Así, con novelas como la suya, me queda claro que el asunto va por otro lado, y que ya va siendo hora de que quienes nos dedicamos a las labores de la crítica comencemos a señalar los paradigmas de una nueva historiografía, en la que no habrá de importar, como parámentro, ese criterio malhabido que es el del "centralismo" y su determinación formal, y conceptual.
Culpable de nada, en tal dirección, refiere los aspectos importantes de una literatura diferente, postnacional, cuyos referentes no son geográficos sino, muy particularmente, existenciales. Volcada de lleno a representar la lógica de la vida íntima en los tiempos modernos, plantea un díptico sexual en el que el erotismo no existe, y los cuerpos de los individuos están ahí, en lo exclusivo, para ser magullados. Muy heavy.
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