Resalta, a la izquierda, Paco, el peruano, de quien no me despedí al regresar al rancho...; después, el que postea, a un lado del finado...; luego el finado, el ilustre Saramago, con esa bonohomía que no desencajaba...; inmediatamente después, Joselo: alto y flaco como una especie de Franz Kafka ecuatoriano...; y por último, el convidado de piedra, el chileno Jorge Edwards, el mismo que hablaba con un político importante esa mañana gris en la que el frío nos conjelaba las pestañas.Joder.
1 comentario:
que suerte haber conocido a tan gran escritor; que suerte poder seguir disfrutandolo atraves de donde mas lo desconocen (quienes tienden a difamarlo -el apestoso vaticano-) y atraves de donde mas lo conocemos (quienes en verdad sabemos su inigualable calidad humana), las letras.
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