= Yo lo vi, a la altura del parque, en la calle Tercera; hablo del Cristo.
= Para empezar, afirmo que tenía el rostro cubierto de sangre (no de pintura, no de mezcla: sino de sangre, de sangre humana); igualmente, afirmo que el cuerpo se le notaba hinchado, como si los prevaricadores, o, en este caso, los paisanos, lo hubieran golpeado con saña, hasta la saciedad.
= ¿Qué cómo lo supe?
= Por el olor, creo; por el olor, el cual me llegó de repente, solo y procaz.
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