miércoles, 22 de abril de 2009

Pepe

"Sentí que debía hacerlo, no sé por qué... Primero una patada, en la espalda...; después otra, en la rodilla.
"Y todo porque no tuve elección, no la tuve... La gente, la ansiedad...
"Entretanto, mis compañeros gritaron, furiosos. Querían golpearme... Lo cual era lógico: no sólo había cometido un penal, sino también había manchado la imagen del club. Desde esa perspectiva, se entiende, yo no actuaba como un deportista: actuaba como un matón de cantina, enfurecido, que se lanzaba contra el rival y se olvidaba de los contratos publicitarios, de los niños, de la familia.
"He estado mirando las imágenes una y otra vez... Y es verdad: las imágenes no mienten. Ahí estoy, sin duda, con el demonio en el cuerpo; golpeando con todas mis fuerzas, haciendo gestos, llevándome las manos a la cara.
"Y mientras, detrás de mí, los compañeros desesperados, tratando de controlarme. ¡Estaba enloquecido!
"Casquero, por su parte, yacía en el suelo. ¡El pobre!... ¡Y sin hacer nada!... Sólo resistiendo, aguantando.
"Estoy avergonzado, muy avergonzado —ya no quiero jugar; me da pena... Y no obstante, me veo en las imágenes y sé que, en ese momento, a pesar de lo ocurrido, actué de buena fe, sin querer dañar a nadie... ¡Era el demonio! ¡Era el demonio!".

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