miércoles, 4 de febrero de 2009
Jardín
Desde esta perspectiva, sobresalen los plátanos robustos, de hojas grandes y deformes, quemadas por el sol. En medio, aunque a una altura menor, e invadiendo los espacios que el cerco deja, aparecen algunos arbustos de follaje, los cuales, a su vez, ensombrecen la tierra y el adoquín. De igual modo, a la derecha, las buganvilias y las colas de pavo, mezclándose, se extienden hasta alcanzar aquella franja de alambre, color verde, emplazada hace un mes, o dos (no recuerdo). Para terminar, y frente a la pared, destacan dos árboles frutales, uno de limones y otros de manzanas, que permanecen ahí, distantes, a la espera de que las trepadoras se enreden en sus troncos y no se marchen jamás.
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