El domingo es un día "hueco".
La inmensidad dominical es una hendidura.
El espacio, el vacío: los domingos se llenan con suspiros, y con gorjeos de pájaros distantes.
Hay días que no existen; mejor, hay días que no nos existen.
El domingo se me perdió, y apareció un lunes (desgraciadamente).
Lo dominical es lo fugitivo.
La inexistencia de lo dominical supone la vaciedad de lo inmenso.
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