La isla de las tribus perdidas (2010), de Ignacio Padilla. El texto de Padilla es una indagación del vínculo literatura
latinoamericana-mar, o mejor dicho literatura-agua, para no ahogarnos en la substancia del líquido mayor. En torno a este elemento, el escritor
mexicano concibe una poética singular, la cual mayormente se distingue por su cerrazón, por su nulidad al incorporar la imagen externa, proveniente de otras geografías. Cierto es que aquí la relación no tiene nada que ver con el asunto de las influencias o las
adaptaciones estéticas, tan propias de nuestra expresión. El
planteamiento de Padilla, más bien, implica otra cosa: la idea de que nuestra cultura, a partir de su evolución histórica, se ha quedado varada en el páramo de una
insularidad mayor, que en efecto golpea los procesos de desarrollo económico, político y social. En tal dirección, la apuesta del narrador es leer semejante condicionamiento en un puñado de obras señeras que lo mismo nos hablan de la desvinculación marítima que de la
desconfianza ribereña, por ya no hablar del miedo torrencial a la lluvia o la inundación. Muy
interesente el trabajo, sobre todo por su diálogo con los clásicos del tema: Pedreira, Benítez Rojo, Lezama Lima, Rojas...
No hay comentarios:
Publicar un comentario