miércoles, 4 de mayo de 2011

Champions

La victoria no fue contundente, me refiero a los del equipo. Con todo, mostraron garra, si se puede decir así.
Al principio se notaba otra cosa; un juego desinibido, que los motivaba, que —­¡vaya!— los metía de lleno en la acción. Pero después, lo de rutina: un control franco, bajo la lluvia torrencial. O sea, bajo los efectos del clima, que tanto nos afectó. Porque también a nosotros nos hizo pasarla mal, sobre todo cuando los mirábamos correr, lejos del temporal —tal vez metidos en otro, más ufano—, y entonces nos parecía que lo que semejaban eran una manada de buzos, pero pequeños; una suma de imágenes, que pretendía jugar al fútbol.
Por cierto, sabemos que el entrenador del equipo contrario se encerró en un cuarto de hotel. Seguramente, la soledad del momento, acompañada del sonido lluvioso, alteró su voluntad.

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