Los restos del banquete (2009), de Gabriel Wolson. Digamos que el reto principal que Gabriel se puso al escribir Los restos del banquete fue contar cosas que pasan, pero que no parece que pasan: cosas que le suceden a cualquiera y no llaman la atención. Digamos que su intento fue narrar lo anticlimático-en-la-vida-del-sujeto, aquello que sucede todos los días y carece, para los demás, de trascedencia y significación. Convertir luego, la historia de una vida en la historia de una memoria, de una suma de imágenes pasadas es la tarea que Gabriel emprende con sinceridad, al partir creo, de una noción del hecho literario que jamás se debe olvidar: aquella que dice que el pacto se tiene que establecer, ante todo, con uno mismo, con los fantasmas que forman parte del uno mismo.
Libre e indeterminada, la búsqueda de Gabriel es la de los restos: la de lo que persiste en una valoración total.
2 comentarios:
Nice to meet you
Maestrísimo, bien por el apunte. Me gusta la descripción que haces del libro, y me hace pensar algunas cosas.
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