lunes, 22 de febrero de 2010

Salir

Me desperté y no supe dónde estaba. La cabeza me daba vueltas, y me dieron ganas de vomitar.
Cuando salí, observé que la luz se filtraba por las ventanas, y que el jardín se extendía hasta los árboles. (Un cerco verde, pensé, que proliferaba.)
Caminé lentamente, y me encontré con ella, quien no me dijo nada.
Ausente, sólo me señaló un punto en el horizonte.

No hay comentarios: