
Illades, en efecto, para este propósito toma en cuenta las características principales del movimiento romántico, afirmando que si bien presenta aspectos recurrentes y definitorios, como pueden ser la exaltación de las pasiones individuales o el ejercicio artístico de la subjetividad, se vuelve casi obligatorio entender que existieron "varios romanticismos, acordes con las circunstancias específicas de cada país" y "desligados de una doctrina filosófica precisa" y de una "temática uniforme" que determinase sus posibilidades. Ante semejante dificultad, Illades parte del estudio del campo cultural y se detiene en los planteamientos que muchos viajeros extranjeros hicieron del territorio mexicano en el siglo XIX, la recepción y difusión de los textos, la dinámica de los círculos literarios, el mundo de las editoriales, las revistas, etcétera. Tal estudio le permite distinguir, desde luego, la lógica de nuestro romanticismo: estilo que, de modo precario (la mayor parte de las veces), expresa los anhelos de una clase política, preocupada por definir la fisonomía de la joven república y su moralidad. ("El mensaje social romántico poseyó una fuerte carga moral y moralizante: el recto comportamiento de las personas, la disposición a conducirse conforme a los dictados de la fe y los intereses de la patria.")
La obra es una excelente aportación al entendimiento del romanticismo mexicano, abordado éste desde una perspectiva social que no sólo identifica los estilos o materiales temáticos (como frecuentamente se ha hecho), sino también su adecuación al proyecto constructor del país.
No hay comentarios:
Publicar un comentario