Otro perro menos. Más bien, otra perra menos.
Así de sencillo.
Antes había sido lo del primero, cuyo tumor colgante nos impactó. Ahora lo de la perra, quien dejó de existir.
Mi madre, al final de cuentas, me llamó y me dijo que todo había sido muy rápido... Un colapso, después de otro.
Los perros, pienso, ahora se mueren con mucha frecuencia. Se trata de una racha de muertes y muchos dolores. Lo mismo ocurre en la ciudad, y en el país. Esto es, la gente se muere y los perros también, como si se tratara de un binomio: del binomio perro/gente-muerte.
Un respiro, eso es lo quiero.
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