Atlantic City (1980), Dir. Lois Malle. La todopodera presencia de Burt Lancaster reditúa con creces en la agudeza de este filme, que cala por su humanidad. Y ello es que el longevo actor no descarta hacer de las suyas en un papel magnánimo, de los que no se olvidan jamás, precisamente por la enjundia que reclaman y la verosimilitud que destilan en el resultado final. Desde luego, es evidente que tal soltura actoral se aviene bien a un personaje redondo, que expresa la complejidad del sujeto perdido; pero también, que se prodiga gracias a los instintos del director Malle: un virtuoso del cine que llegó hasta las profundidades del alma sin titubeos y que mostró, en este tour amargo por el laberinto del caos, las liviandades del yo.
El filme, en su conjunto, es una muestra de la capacidad del director para abordar dos aspectos que se entretejen entre sí: el del sueño como falsedad individual y recurso para sobrevivir, y el del entorno estéril, convertido en un mausoleo del fracaso donde los edificios demolidos se convierten en parte del panorama habitual.
Una magnífica crónica del perdedor y de su transformación postrera.
http://www.youtube.com/watch?v=SGxkgN7FoeA
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