The Manificent Ambersons (1942), Dir. Orson Welles. Sorprende la precocidad de Welles al hacer una película ¿tradicional? en la que las acrobacias técnicas se pusieron en un segundo plano y las atenciones se fijaron, totalmente, en los contenidos del relato. En un sentido cabal, es como si Welles hubiera querido demostrar de lo que era capaz en el momento justo de indagar en las profundidades de la conciencia humana, teniendo que evidenciar su mesura y buen tino. Aquí, nada de andar buscando impactar mediante el prodigio técnico ni, tampoco, mediante la proyección del vidente: para él, el objetivo fue claro y consistió en apegarse a las reglas del canon hollywoodense, a fin de crear un filme bien resuelto.
The Magnificent Ambersons no es una obra maestra, pero está cerca de ello. Sus pretensiones, en realidad, de lo que hablan es de las capacidades creativas de Welles. Muy disfrutable.
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