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Como Buñuel y como tantos cracks que "metieron la pata", el director —para anotarlo rápidamente— exhibió su lado b. Y sin embargo, el descontrol no desmerece visto a la distancia; al contrario, permite valorar, en su justa medida, las aportaciones que hizo en sus obras más rentables. Porque de eso se trata, pienso: de celebrar el conjunto en sus matices y ponderar lo trascendente; ver las dos facetas del creador y entender que en el asunto artístico, a veces, los tiros salen por la culata.
Mala película, horrorosa, de una ridiculez suprema: Victory es la pesadilla de los puristas, la nota roja de quien piense que el cine es mejor que la vida y que las trayectorias impecables jamás se deben manchar.
(Los descalabros, mejor los autodescalabros: he ahí la ruptura de la tradición, la salida de tono que dice mucho —¡bastante!— de los infiernos del demiurgo.)
http://www.youtube.com/watch?v=xOxj26vcwMI
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