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Profundo y doloroso, Los sinsabores del verdadero policía es un relato muy bello, de una integridad cabal, a pesar de los pesares que implica la fragmentación, el cuerpo roto de un libro en proceso, o en evolución. Dialógico y extensivo, es la cifra del mejor detective, quien, dispuesto a decirlo todo, muestra sus cartas credenciales al describir los sinsabores de la condición existencial, los platos rotos de una sociedad que se sacude cuando puede, expulsando a los humildes y menesterosos.
En lo personal, yo sí estoy de acuerdo con que se publiquen estas cosas, particularmente cuando muestran garra y belleza, y están lejos de ser una simple anécdota de la historia literaria, una apostilla barata del canon, que no encuentra su lugar. En definitiva, me parece que Los sinsabores del verdadero policía es una pieza clave del sistema boñaliano, independientemente de su factura imprecisa, de su condición existencial; es, en el mejor de los casos, el elemento faltante, el punto de encuentro de un corpus que, me consta, no tiene parangón en nuestras letras justo en el momento de volcarse a la realidad y brindar una imagen totalizadora de la misma.
Magnífico Bolaño, que nos causa tanta pena. (¿Hay manera de inventar premios Nóbel para los difuntos?)
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