Prosas de ocasión
Javier Hernández Quezada
domingo, 19 de junio de 2011
Sabbath
A penas cerraba los ojos, me relajaba, cuando se escuchó la detonación. Casi por instinto, sin pensar, me
abalancé
al cuerpo de mi mujer, que estaba dormida, y lo protegí.
Afuera los gritos no se hicieron esperar.
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